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1134. Viernes, 22 febrero, 2008

 
Capítulo Milésimo centésimo trigésimo cuarto: "Es hora de bajar de peso cuando vas a la playa y, al estar tomando el sol sobre la arena, unos ecologistas intentan devolverte al mar". (Miren Amiano, 54 años, ama de casa)

Cuentan que, antes de convertirse en el famoso par de brillantes cerezas con el que se identifica desde hace más de cuarenta años, el logotipo de la discoteca Pachá iba a ser (hasta llegó a serlo durante algún tiempo) un ojo. Sin embargo, su fundador, Ricardo Urgel, decidió, en contra de todos sus asesores, que la imagen de una fruta fresquita y retozona como la cereza, le iría mucho mejor al negocio. Y acertó de pleno.

Lo que no sabía el dueño de Pachá, o al menos eso confiesa, es que no estaba inventado nada nuevo: la pareja de cerezas ha sido, desde muy antiguo, un símbolo sexual en un gran número de culturas. La nuestra incluida.

De ahí que aparezca en obras como "La nave de los locos", de El Bosco, en la mesa a la que se acercan desnudos los amantes y, sobre todo, en multitud de postales y fotos -más o menos eróticas- que se pusieron de moda allá por los principios del siglo XX y en las que solía aparecer una chica con ojos de lujuria sosteniendo un par de cerezas gemelas muy cerquita de sus labios. Y, en las más atrevidas, hasta saboreando alguna de ellas dentro de su boca.

Unas imágenes bastante sugerentes teniendo en cuenta que para este gran número de culturas, incluida la nuestra, el símbolo sexual que siempre han representado las dos cerezas han sido los testículos.

A mi siempre me han gustado mucho las cerezas. Desde pequeñito. Hasta el lunes.

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