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1114. Viernes, 25 enero, 2008

 
Capítulo Milésimo centésimo decimocuarto: "Si sale, sale. Si no sale, hay que volver a empezar. Todo lo demás son fantasias" (Édouard Manet, 1832-1883; pintor francés)

. Tiempo estimado de realización: entre 20 y 25 minutos.

. Ingredientes:
- Una toalla de baño previamente calentada en un radiador.
- Una toalla de manos para aplicar un fomento (que haremos mezclando bien una cucharadita de miel ligeramente templada con una gota esencial de canela).
- Un recipiente con un litro o litro y medio de agua que esté muy caliente (entre 45-50 º C).
- Un aceite de masaje ya preparado (con una cucharadita de aceite de almendras, otra de nueces, dos gotas de aceite esencial de lavanda silvestre y otras dos de esencia de mejorana silvestre, también en aceite -todo ello se consigue en cualquier herbolario.
- Un lugar donde estar cómodo.
- Una pareja al gusto.
. Instrucciones:

Colocar al protagonista boca abajo y desnudo. Cubrir su espalda con la toalla caliente y colocarse de lado apoyando las manos con suavidad: una entre los dos omóplatos, y la otra en la región sacra. Durante un minuto balancear suavemente el cuerpo como si meciéramos una cuna. Retirar la toalla y repartir el aceite de masaje con una fricción suave por toda su espalda y hasta los glúteos. Apoyar las manos en la región lumbar, a izquierda y derecha de la columna vertebral, apuntando en dirección de la cabeza y friccionar con ambas en paralelo a lo largo de la espina dorsal, hasta los hombros. Mantener las palmas planas y apoyarse con todo el cuerpo en ellas.

Cuando se llegue a los hombros, abrir las manos para friccionar la base de los músculos de la nuca e iniciar el descenso a los lados de la caja torácica, hacia la cadera. No hay que ejercer mucha presión, bastará con una suave caricia. Una vez llegado a la región sacra, unir de nuevo las manos y reemprender la fricción ascendente hasta describir un círculo. Repetirlo nueve veces.

Tomar los tejidos laterales con toda la mano y amasar con suavidad, de forma persistente y continua, empezando por la región lumbar y llegando hasta las axilas. Pasar al otro lado y repetir la operación.

Seguidamente, apoyar las palmas de las manos en los omóplatos y, sirviéndose de la muñeca, efectuar sobre ellos y sobre el área circundante unos cuantos movimientos de rotación. Buscar la zona que está debajo del omóplato derecho, (el lugar donde se acumulan las tensiones) y colocar la mano derecha e izquierda sobre ella presionando con fuerza. Una vez que los músculos están relajados, acariciar toda la piel de la espalda y brazos con sentimiento y deseo durante el tiempo que se considere necesario.

Sin dejar de atender a las caricias, echar la mezcla de miel y aceite de canela en el agua caliente. Remover. Introducir la toalla de mano. Escurrirla y formar con ella un rollo alargado. Colocar el rollo en la parte baja de la columna vertebral del masajeado y cubrirlo con la toalla grande.

Dice la sabiduría india que en ese punto reside la excitación y el orgasmo, y que calentándolo se favorece su liberación. Los hindúes sostienen que allí está la cabeza de la Kundalini, que es la serpiente o chacra del sexo, y que el calor la despierta. Pues será. Pero a ver quien es el guapo que después de hacer -o que le hagan- semejantes maniobras no se encuentra ya al borde de la combustión espontánea. Por muy agnóstico que uno sea.

Habrá que probarlo. Hasta el lunes pues.

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