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1004. Viernes, 29 junio, 2007

 
Capítulo Milésimo cuarto: "El elefante se deja acariciar. El piojo no" (Isidore Lucien Ducasse, Conde de Lautreamont, 1846-1870, poeta francés)

Al menos anatómicamente, la muy relativa afirmación de que "el tamaño no importa" debería ser completamente cierta para la mayoría de los heterosexuales, sobre todo si tenemos en cuenta que la zona sensible de las mujeres apenas es el primer tercio de la vagina, un espacio tan reducido que hasta el más pequeño de los penes normales adultos conocidos -estudiados-, que media 1,8 centímetros, podría hacer un buen papel.

De todas formas que no cunda el pánico para los que vayáis sobrados en cuanto a tamaño, especialmente esos que se acercan a los 28 centímetros del pene más largo científicamente medido hasta ahora: ya hay otros usos para no tener que desaprovechar el asunto.

En casi todas las islas del Pacífico los espantapájaros que se construyen para vigilar los campos de arroz, y que están hechos con la paja de este cereal, presentan una característica muy especial: exhiben cierta parte anatómica de su cuerpo de forma especialmente desarrollada.

Todos ellos muestran enormes penes en erección ya que existe la creencia de que un pene así contribuye a ahuyentar a los depredadores.

Parece que por ahí se puede ampliar el horizonte laboral de los heterosexuales mejor dotados: ahora podrán ejercer de espantapájaros el resto de su vida. Algo muy de agradecer tal y como está la cosa esta del empleo estable.

Hasta el lunes... si logro sobrevivir a estos días. La edad no perdona.