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983. Jueves, 31 mayo, 2007

 
Capítulo Noningentésimo octogésimo tercero: "El nombre propio es el que marca la individualidad; el apellido las relaciones sociales" (Ángel Ganivet, 1865-1898, escritor, ensayista y narrador español)

No me he afeitado, tengo sueño y encima me pica la planta del pie.

Que te pique la planta del pie es una cosa desagradable. La mejor solución sería descalzarse y rascarse a placer, pero también es la más difícil de realizar cuando tienes tres personas delante que te miran sin dejar de hablar y que encima se empeñan en que les prestes atención. Mientras, lo único que puedes hacer, aunque sólo sea para ver si se calma un poco, es taconear como un cojo bailando flamenco en el Rocío.

Rascarse es uno de los mejores placeres, a todo el mundo le gusta y todo el mundo disfruta haciéndolo, además es gratis y no engorda. Pero, como no podía ser de otra manera, algo que es tan bueno tiene que estar mal considerado.

Está claro que nunca entenderé lo de las normas de etiqueta. Es triste reconocerlo, -uno también tiene madre y eso- pero voy a pasarme la vida siendo un apestado social. Qué desperdicio de peluche, de verdad.