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933. Jueves, 8 marzo, 2007

 
Capítulo Noningentésimo trigésimo tercero: "Lo bueno no es tan bueno cuando se espera algo mejor. (Thomas Fuller, 1654-1734, escritor británico)

Aunque hay sus más y sus menos entre los que saben del asunto, parece acreditado que el primer brote de sífilis en Europa se produjo en la Barcelona de 1493, a la vuelta del primer viaje de vuelta de Cristóbal Colón desde América. Según cuenta la leyenda, los nativos se contagiaron de las llamas, con las que solían tener relaciones sexuales para favorecer su fecundidad, y después fueron los españoles quienes la contrajeron tras copular con los indígenas.

Y aunque ya existían con otros fines, semejante hazaña fue sin duda el comienzo de un próspero y rentable negocio de esos que, junto con el de las funerarias, siempre tendrán su clientela fija: los preservativos. Un negocio que, también como las funerarias (al fin y al cabo hay bastante relación entre ellos: no usar uno te puede llevar al otro facilmente), tiene ramificaciones de lo más extrañas.

En la Universidad Estatal de California (EEUU), centro consagrado como tal universidad al saber y la investigación es posible comprar, además de corbatas, camisetas, ropa interior y demás prendas con el azul y el dorado que la distinguen, preservativos a juego con los mismos colores.

Y ahí no para la cosa. El negocio de los condones ha llegado hasta un mundo, supuestamente alejado de semejante tema, como el de las antigüedades.

Un ciudadano sueco pagó 3.750 euros por un preservativo fabricado a principios del siglo XIX con tripas de cerdo y adornado con dibujos eróticos, que se subastó en Londres en 1991.

Supongo que caducado, lo que se dice caducado, estaría, pero por más que he buscado no he logrado enterarme si también estaba usado, aunque imagino yo que en esto de las antigüedades pocas cosas no son de segunda mano..