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920. Lunes, 19 febrero, 2007

 
Capítulo Noningentésimo vigésimo: "La sabiduría de los ancianos es un gran error. No se vuelven más sabios, sino más prudentes (Ernest Hemingway, 1898-1961, escritor estadounidense)

Tuve yo una maestra, a la que todos llamábamos la "loca" por estar un poco más desequilibrada que la media, empañada en intentar convencernos que vivir era como comer y que, tanto en la vida como en la mesa, nos iba a alimentar verdaderamente sólo lo que hiciéramos con atención.

Así, quien come deprisa suele comer siempre de más. Al saborear poco los alimentos no sólo no disfruta de ellos, sino que, además, tiende a tragar en exceso, complicando sus digestiones y sobrecargando a su organismo.

Algo parecido ocurre en la vida, cuando vamos muy deprisa y no acabamos de prestar atención a nada en concreto: acabamos por no saborear las cosas buenas que nos rodean.

Al cabo de los años he comprendido que algo de razón llevaba la "loca", que parte del secreto para saborear la comida no es ir a toda velocidad devorando platos sin apenas disfrutarlos, sino masticar despacio y consciente degustando cada sabor poco a poco, muy poco a poco..

Exactamente igual que ocurre cada día que tenemos que paladear la vida.

Y como la caridad bien entendida empieza por uno mismo, tranquilidad, hoy mucha tranquilidad. Toca empezar a "saborear" un lunes laboral. Y aunque tenga toda la pinta de saber bastante desagradable, tampoco es cuestión de masticarlo a toda velocidad. Mucha calma, ante todo mucha calma.