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878. Martes, 12 diciembre, 2006

 
Capítulo Octingentésimo septuagésimo octavo: "El amor gusta más que el matrimonio, de la misma manera que las novelas son más divertidas que la historia" (Nicolas de Chamfort, 1741-1749, escritor)

Siempre había pensado que la frase de toda la vida era "encima de cornudos, apaleados", haciendo alusión a aquella curiosa costumbre castellana de la época de Cervantes en la que, cada cierto tiempo, los cornudos consentidores desfilaban por las calles principales del pueblo o de la ciudad. Lo hacían desnudos de cintura para arriba, con sus esposas azotándoles la espalda con ristra de ajos.

Sin embargo, la frase original -que dice exactamente "tras de cornudo, apaleado, y ambos, satisfechos"- poco parece tener que ver con la historia de los desfiles, sobre todo porque no creo yo que los consentidores se quedarán "satisfechos", (al menos la mayoría) tal y como afirma el refrán, después de ser azotados en mitad del pueblo con unos ajos.

He buscado (con tal de no trabajar cualquier cosa) un posible origen de esta versión "extendida" y he descubierto que tampoco desmerece como historia.

"El ama dijo al criado que, en durmiéndose el marido, se fuese a ella tras la cama. Llegó el mozo y, teniéndole asido por la mano, despertó el marido y le dijo que el mozo la había requerido y que ella se citó con él en el corral, que él vistiese las ropas de ella y le fuese a esperar y le castigase.
Fue el pobre hombre engañado... y estuvo esperando abajo.
Enterminando, el mozo bajó con un garrote y haciéndose el leal, apaleó al amo como si fuera el ama, diciendo: Bellaca; ¿a mi señor había yo de hacer tal agravio, ni vos traición? Y se fue.
El amo quedó así apaleado, burlado, pero muy satisfecho de la fidelidad de su mujer y de la de su mozo.

Vamos que ojos que no ven corazón que no siente. Por seguir con el refranero.