-   


  

812. Martes, 5 septiembre, 2006

 
Capítulo Octingentésimo duodécimo: "La vida es sólo un vistazo momentáneo de las maravillas de este asombroso universo, y es triste que tantos la estén malgastando soñando con fantasías espirituales". (Carl Sagan, 1934-1996 astrónomo estadounidense)

Desde pequeñito tengo una especial manía por saber porqué las cosas se llaman como se llaman. Algún trauma infantil de la fase anal con proyección recidivante hacía alguna pulsión oculta... o algo así. Seguro.

Y no dejo de sorprenderme. Última adquisición: la palabra "chollo".

Resulta que la palabrita en cuestión, que solemos usar para hablar de aquellos negocios que parecen fáciles de hacer y que nos darán sus buenos rendimientos, tiene que ver con el nombre de un señor.

Cuentan las crónicas que en la corte que Carlos III se trajo de Italia al morir su hermano Fernando VI, vino cierto personaje amante de los negocios, un napolitano de nombre Cioglio, al que nada más llegar se le ocurrió poner sillas en el recorrido de las procesiones y los desfiles, alquilándoselas a quienes querían presenciar sentados el acontecimiento.

Tantas sillas y bancos alquiló (y tantas eran/son las procesiones y los desfiles en España), que a los pocos meses Cioglio se convirtió en uno de los hombres más ricos del país.

Vamos que si este tío no llega a aparecer resulta que ahora los chollos en vez de chollos se podrían llamar... no sé.. "billygatos"... por ejemplo.