-   


  

792. Miércoles 12 Julio, 2006

 
Capítulo Septingentésimo nonagésimo segundo: "El progreso es la habilidad del hombre para hacer complejo lo que es sencillo" (Thor Heyerdahl, 1914-2001, zoólogo sueco.)

Mucho hablar de las consecuencias que están teniendo los aparatos de aire acondicionado en el deterioro del planeta y en la desaparición de la capa de ozono pero todavía no he escuchado a nadie una mínima crítica sobre el verdadero problema que está trayendo la nueva moda de pasarse el día aguantando bocanadas de aire glacial: la desaparición del abanico y con él, uno de los pocos rasgos que nos distinguen de los animales, su lenguaje.

Un lenguaje, el del abanico, fácil, lógico y, sobre todo, útil, muy útil, que por culpa de la constante tortura ártica a la que nos están sometiendo, va camino de su desaparición. Y mira que se pueden decir cosas usándolo:
- Cogerlo con la mano izquierda: "estoy comprometido".
- Apoyarlo cerrado sobre los labios: "dudo de ti".
- Apoyarlo abierto sobre los labios: "no te fíes, hay moros en la costa".
- Balancearlo muy deprisa: "te quiero mucho".
- Dejarlo caer: "soy tuyo".
- Tocarse el pelo: "me acuerdo de ti".
- Cerrado y suspendido en la mano derecha: "deseo novio".
- Golpear cualquier objeto: "estoy impaciente".
- Cerrarlo precipitadamente: "estoy celoso".
- Cubrirse parte del rostro: "nos vigilan".
- Cogerlo por su parte superior: "me eres indiferente".
- Pasarlo de una mano a otra: "se que miras a otro".
- Contar las varillas: "deseo hablarte".
- Golpear la palma de la mano: "quiéreme".
- Asomarse al balcón abanicándose: "espérame que ahora bajo".
- Tocarlo con la palma de la mano: "pienso si me convienes".
- Pasar un dedo por dentro del varillaje: "te quiero más cada día".
- Colocárselo sobre el corazón: "te amo".
- Pasar el abanico por la frente: "no me olvides".
Dicen los señores de la Unesco que en la tierra se hablan más de 6.800 idiomas distintos, de los cuales más de tres mil están en peligro de desaparición (algo bastante comprensible teniendo en cuenta que alguno como el Eyak, una lengua nativa de Alaska, tienen -o al menos tenían- una única hablante, una anciana de más de ochenta años llamada Marie Smith), pero que por culpa de unos aparatos infernales, pudiera llegar a desaparecer un idioma tan enciclopédico como éste, debería hacernos reflexionar a todos. Y mucho.

O prohibimos el aire acondicionado ya o el lenguaje del abanico acabará antes que el Eyak. Al tiempo.