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738. Miércoles, 5 abril, 2006

 
Capítulo Septingentésimo trigésimo octavo: "Ser liberal exige entender las razones de otros pero no sus eructos" (Manuel Alcántara, 1928, escritor español)

Uno, viejo (perdón, quería decir "persona mayor") recuerda que en sus tiempos jóvenes los indigentes eran pobres; los invidentes: ciegos; los enfermos-mentales: locos; los mancos: lisiados; los individuos-con-obesidad mórbida: gordos; las personas-bajitas: enanos; los centros-de-acogida: orfanatos; las residencias-para-mayores (o geriátricos si son privados y caros): asilos; los tanatorios: mortuorios; los internos: presos; los funcionarios-de prisiones: carceleros; los operarios-de-la-limpieza: basureros; los empleados-de-fincas-urbanas: porteros; los centros-de-residuos-orgánicos: vertederos; un tratamiento-agresivo: quimioterapia o una-larga-y-penosa-enfermedad era, simplemente, cáncer. Así hasta el infinito y más allá.

Naturalmente ni los ciegos han visto mejor por ser "invidentes", ni los locos han dejado de estar menos locos por ser enfermos-mentales ni, por supuesto, los pobres han acabando teniendo más dinero desde que empezaron a llamarse indigentes. Pero uno intenta adaptarse al lenguaje de los tiempos y suele caer en la trampa. Sin embargo hay cosas que no acabo de entender. Resulta que no se le puede llamar "moro" a un moro o "gitano" a un gitano cuando los moros y los gitanos no sólo se llaman así a sí mismos, sino que encima están orgullosos de serlo.

Posiblemente muchos de los que buscan no ser tachados de racistas o de homófobos usando a todas horas la corrección política en el lenguaje deberían ejercitar más la corrección política en sus ideas y, sobre todo, en sus acciones.

Por cierto, a mi llamar "gay" a un maricón siempre me ha parecido una mariconada. Y mañana hablaremos se sexo.. y del práctico. Prometido.