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639. Miércoles, 2 noviembre, 2005

 
Capítulo Sexcentésimo trigésimo noveno: "A los 20 años nos preocupa lo que los demás piensan de nosotros. A los 40, ya no nos importa. A los 60 descubrimos que los demás no han pensado en nosotros en absoluto" (Jock Falkson, 1948, escritor norteamericano)

Por mucho tiempo que pase, por más que sus descendientes, con el único fin de que olvidáramos la cruel y miserable humillación a la que, por su culpa, nos vimos sometidos un nefasto día de nuestras vidas, hayan intentando lavar su imagen inventándose algún que otro merito literario, nosotros no olvidamos.

El responsable de tan inhumana y brutal vejación tiene nombre propio: Frances Hodgson Burnett

Semejante personaje publicó en 1885 "El pequeño Lord", novela sobre un protagonista verídico, el lord infantil Fauntleroy, cuyas ilustraciones popularizaron la imagen de un niño que iba siempre vestido de forma emperifollada y hasta presumía de tener en su ropero un uniforme de la marina.

El gran éxito que obtuvo con su "brillante" relato instauró la costumbre de que los hijos varones de las familias acomodadas primero, y del resto después, hicieran la Primera Comunión vestidos de uniformes.

Él es el culpable último de algunas de las más espeluznantes, terroríficas y aterradoras imágenes que nunca debieron producirse pero que están ahí para escarnio y vergüenza de su obligado protagonista: yo.