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616. Miércoles, 28 septiembre, 2005

 
Capítulo Sexcentésimo decimosexto: "Adquirir un perro puede ser la única oportunidad que un ser humano tiene para escoger un pariente" (Mordecai Siega 1956, escrito estadounidense)

Estará todo lo extendido que se quiera pero los enormes peligros a los que se expone cualquier hombre atreviéndose a realizar el coito con una mujer han estado perfectamente documentados desde siempre.

Y no por unos "cualquiera", sino por autores considerados unos "grandes pensadores".

Un peligro que podría llegar a ser hasta mortal en el muy frecuente caso de que el "apareamiento" se realizara durante la menstruación de la mujer, peligro éste que jamás se podría dar si los intercambios de fluidos fueran como deberían ser: única y exclusivamente realizados entre individuos del sexo masculino.

Ya Plinio lo avisaba: "si un hombre mantiene relaciones con una mujer que menstrúa, durante un eclipse o con luna nueva, puede llegar a perder la vida".

Una advertencia que quedaba ampliada en obras médicas tan fundamentales y conocidas como el "Lilio de la medicina", (del prestigioso médico Bernardo de Gordonio) en la que además de afirmar que "el hijo que fuera engendrado durante la menstruación nacerá con el pelo rojo", nos alerta de como sobre él caerán muchas y variadas enfermedades, algunas tan "mortales" como la viruela, el sarampión o la lepra.
 "De las viruelas y del sarampión: Esta enfermedad se engendra de la sangre de la menstruación retenida en las porosidades de los miembros y el feto; la naturaleza se esfuerza en lanzarlo y echarlo fuera, que limpia la piel del bebé, del mozo o del adolescente, pocas veces, en la mancebía, y mucho menos en la vejez. Esta forma de purgación es común a todos, pero accidentalmente viene de otras causas, por ejemplo, si alguno es engendrado en el tiempo de la menstruación; esta clase es muy mala, porque los así engendrados pocas veces escapan de lepra o de alguna enfermedad."
 "De lepra: La lepra se adquiere de dos maneras: en el vientre de la madre o después de nacer. En el vientre de la mujer, porque fue engendrado en el tiempo de la menstruación de la mujer; porque es hijo de leprosa o algún leproso se echó con mujer preñada".

Y eso con suerte, que el castigo por copular con mujeres menstruantes podía llegar a ser incluso peor, como deja constancia el siguiente fragmento de uno de los libros más antiguos que tratan el tema: "Los admirables secretos de Alberto el Grande":
"Tomad cabellos de una mujer en su período menstrual, ponedlos bajo tierra bien sazonada, donde haya habido un estercolero durante el invierno, y al principio de la primavera o del estío, cuando el cabello se haya calentado por el calor del sol, engendrará serpientes, que seguidamente darán nacimiento a otras de la misma especie".

Con estos antecedentes, ¿alguien será tan insensato como para arriesgar su vida copulando con féminas, y más existiendo la alternativa de hacerlo sólo con varones?

Ganas tendrán.