Capítulo Quingentésimo octogésimo quinto: "Si tienes un mal día, no se lo digas a nadie: qué les divierta su puta madre" (Manuel C. 34 años, cocinero.)Cada vez que llega una "
ola de calor", (algo completamente normal en esta época, las cosas como son), nos "
bombardean" con un montón de consejos para poder soportarlo de la mejor manera.
Y todos los veranos son más o menos los mismos: beber más agua (por cierto, ¿cada vez aumentan más la cantidad "
recomendada" o sólo me lo parece a mí?), no salir a la calle en horas "
punta", ducharse varias veces al día, usar ropa ligera y holgada, de fibra natural y colores claros, no beber alcohol o, mi recomendación preferida y que suelo intentar cumplir a rajatabla aunque no siempre dan facilidades para que así sea: no realizar actividades físicas como deportes o trabajos que requieran esfuerzo.
Además, y aparte de estas "
recomendaciones" oficiales, todos sabemos algunos "
truquitos" más de andar por casa para conseguir que la cosa no llegue a mayores: un buen abanico, pasar la tarde en la sección de "
sofases" del
carrefour, o simplemente consultar precios en la sección inmobiliaria de los anuncios por palabras de cualquier periódico con la seguridad de que te vas a quedar completamente helado.
Pero ya que estamos en la era de lo "
natural" y lo "
ecológico", no estaría de más que explotáramos más los mecanismos que posee el propio cuerpo destinados a rebajar la temperatura.
Dos de ellos son conocidos e involuntarios: la
vasodilatación periférica (dilatación de los capilares para aumentar la zona de intercambio de calor con la superficie), y el
sudor, cuyo objetivo fundamental es evaporarse y enfriar la piel.
Sin embargo hay un tercer "
mecanismo", gran desconocido a pesar de ser habitual en la naturaleza, sobre el que sí podemos tener un cierto (sólo un "
cierto") control en el caso de que decidamos ponerlo en practica.
Un método especialmente usado (además de una forma habitual) por animales tan simpáticos y tan poco "
sospechosos" como los halcones o las cigüeñas. Animales que comparten la misma característica: el hábito de defecar en sus patas para refrescarse.
No conviene decir "
de este agua no beberé". La naturaleza es sabia.