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  579. Lunes, 18 Julio, 2005

 
Capítulo Quingentésimo septuagésimo noveno: "No hables bien de ti, porque no te creerán. No hables mal de ti, porque te creerán enseguida". (Séneca, 4 a. C.- 65 d.C.. filósofo, poeta y orador latino)

Y parece que fue ayer... pero todo sigue igual.

Aterrizo con calma, con mucha calma; Mentalización, ante todo mentalización, nada de coger un papel hasta el martes que viene (el lunes 25 es ¡fiesta!), nada de contestar el teléfono hasta, por lo menos, el miércoles... (y no el de esta semana precisamente).

Todo muy despacio, hay que ser comedidos.

Aunque nos han vendido la pereza como un pecado capital, (-"si no "sufres" no te "realizas", se empeñan en decirnos los muy jodios-) hay que seguir reivindicando el buen nombre de los vagos, al fin y al cabo los verdaderos impulsores del actual avance de la humanidad.

Si venir al trabajo en un día normal es uno de los mayores sufrimientos que puede experimentar la raza humana, hacerlo en una vuelta de vacaciones (sin anestesia ni nada), puede producir la misma sensación que, por ejemplo, descubrir de golpe que tus padres nunca te han querido, y que, al contrario de lo que te hicieron creer, los demás niños nunca jugaron con la tostadora enchufada cuando se bañaban cada noche.

¿Qué hay de malo en descansar todo lo posible permitiendo a los que verdaderamente valen que terminen el trabajo sin causarles molestias, aunque solo sea porque se han aburrido de esperar a que tú lo hagas?

¿Qué hay de malo en no dar siempre el 100%, si con el 50% es suficiente y además, te permite estar descansado?

Había por ahí un sabio muy sabio que ya avisó:
  "El trabajo del futuro tendrá dos empleados: un hombre y un perro. La tarea del hombre será alimentar al perro. La tarea del perro será asegurar que el hombre no toque nada del equipamiento automático".

Yo ya tengo perro.