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  543. Jueves, 12 mayo, 2005

 
Capítulo Quingentésimo cuadragésimo tercero: "Los americanos son tipos raros; beben whisky para mantenerse calientes y después le ponen hielo para enfriarlo, azúcar para endulzarlo y una rodajita de limón para agriarlo. Después te dicen por usted, y se lo beben ellos" (Bijoya Chakravarty, 1939, ex-ministra de recursos de la India)

Los expertos aseguran que la pasión amorosa apenas dura unos meses. Después de esta etapa el enamoramiento inicial desaparece o, como mucho, se transforma en otro tipo de sentimiento más sólido, aunque menos intenso.

Es justo ahí cuando algunos identifican ese "amor más tranquilo" con la rutina, y ésta, con el aburrimiento más absoluto, algo que suele desembocar en la búsqueda de una nueva relación.

Lo más lógico en esos casos es abonarse a la "monogamia sucesiva" enlazando parejas nuevas y separaciones con un orden lógico y, (digo yo), sin que se superpongan entre ellas, al menos sin el consentiento de todos los "interesados".

Sin embargo, hay quien opta por esquivar ese "aburrimiento" manteniendo otra relación pero sin dejar de compartir la hipoteca, la suegra, las navidades y el retrete con su pareja de siempre.

Estamos en primavera, el tiempo de la pasión, de los encuentros, del amor, del celo.. el tiempo de los partos, de las eclosiones, de los despuntes, de las aperturas, de las iniciaciones...

Es la época dónde con más facilidad crece todo, desde la más modesta flor hasta ciertos tejidos quitinoso similar al de nuestras uñas, tejido recubierto de piel y con infinidad de vasos sanguíneos.

Los cuernos de los venados necesitan toda una primavera para que su propietario sea consciente de que los lleva.

La primavera, una estación donde todo florece y prospera.

Una estación peligrosa donde a la pareja de algún amigo tuyo le empieza a crecer la cornamenta y a ti, como "mente abierta-y-en-la-que-se-puede-confiar", te usan de paño de lágrimas contándote con pelos y señales lo arrepentido que está de haberlo hecho pero lo imposible que le resulta dejar de hacerlo.

Una situación de lo más incómoda, si lo sabré yo.