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  542. Miércoles, 11 mayo, 2005

 
Capítulo Quingentésimo cuadragésimo segundo: "Nadie es perfecto: los errores de los cocineros se tapan con mayonesa, los errores de los albañiles se tapan con cemento, y los errores de los médicos se tapan con tierra". (Felipe P. Médico del servicio de urgencias de un "cierto" hospital del sur)

Nueva York 1972, estreno de la ópera "Muerte en Venecia", todo un éxito y no sólo para su compositor Benjamín Britten, sino también para el cantante para el que había sido compuesta la obra: Peter Pears.

Conversación en el camerino que ambos compartían, el autor se dirige al aclamado "divo":

 "Eres el mejor cantante de todos los tiempos. ¿Qué he hecho yo para merecer merecer el haber escrito para un artista y un hombre como tú?".
Respuesta de Peter:
 "Eres tú quien me lo ha dado todo. Yo soy el portador de tu obra y vivo en tu música"
Benjamín Britten y Peter Pears se habían conocido en 1937, 35 años antes. Por aquel entonces el tenor era un hombre de 27 años muy extrovertido que cantaba en el coro de la BBC, mientras que Britten con 24 años y de carácter mucho más reservado, hacía sus primeros pinitos como compositor.

Pertenecían ambos a la burguesía más conservadora y vivían su orientación sexual con toda la discreción que requerían unos tiempos donde la homosexualidad estaba consideraba una perversión denigrante y contagiosa.

La amistad entre Britten y Pears surgió en el primer encuentro que ambos tuvieron y se desarrolló en principio sin que ninguno de los dos expresara sus sentimientos. Empezaron a compartir apartamento aunque conservaban su independencia, sus amistades y sus relaciones. La convivencia se fue convirtiendo en amistad, la amistad en amor y el amor, en sexo.

Ambos eran pacifistas convencidos, (llegaron a participar en recitales a beneficio de los republicanos españoles, como el que dieron en 1937 en Cambridge), y al estallar la segunda guerra mundial embarcaron hacia Estados Unidos huyendo de aquel despropósito.

Aunque en America y en esta época las parejas homosexuales no eran raras entre artistas, ellos no exhibían su amor y preferían pasar desapercibidos. Sólo sus amigos sabían el dolor que experimentaban durante las separaciones forzosas a las que estaban sometidos por su trabajo.

En una de ellas Britten escribe:
 "Cariño, para mí sigues siendo el mismo joven reidor que me enamoró, te quiero más de lo que podrías imaginar. Me siento incompleto al separarme de la mitad de mí mismo".
Y Pears le contesta:
  "Vuelvo a casa cantando porque sé que me espera una felicidad celestial".
En 1972, el año del estreno de "Muerte en Venecia" y después de 35 años juntos ambos seguían manteniendo su amor como el primer día. Fueron fieles el uno al otro desde el momento de su compromiso. Sólo la muerte de Britten en 1976 pudo romper la pareja, aunque Pears se mantuvo fiel a su recuerdo los 10 años que le sobrevivió

Y ahora ya puede venir el tonto del haba habitual diciendo que las relaciones homosexuales son promiscuas e inestables "por naturaleza".