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  510. Miércoles, 16 Marzo, 2005

 
Capítulo Quingentésimo décimo: "Las esponjas crecen en el océano. Es algo que me alucina: me pregunto cuánto más profundo sería ese océano si no fuera así" ( Steve Wright, 1954, actor británico)

Mucho hablar de los beneficios del sexo, mucho hablar de los beneficios del sexo, y resulta que nos esconden lo más importante: el sexo es, también, una "máquina de matar".

Sólo en los EE.UU. decenas de hombres mueren accidentalmente al intentar potenciar el orgasmo oprimiéndose el cuello.

Una asfixia que produce vértigo y mareos por la interrupción de la oxigenación del cerebro, aumentando, y mucho, la sensación orgásmica.

Pero se corre el riesgo de "pasarse", perder el conocimiento y acabar "estirando la pata" en medio de tan gozoso experimento.

Claro que bien mirado, y sin entrar en consideraciones sobre lo "dulce" que puede ser una muerte en semejantes circunstancias, tampoco hay nada que nos asegure que, aunque se tomen todas las medidas posibles para que esto no ocurra, el resultado no sea el mismo.

Felix Fauré, que fue presidente de Francia durante cuatro años, (entre 1895 y 1899), se hizo construir una silla especial para mantener relaciones sexuales sin tener que hacer mucho ejercicio, ya que padecía insuficiencia cardiaca.

A pesar de su ingenio, falleció de un paro cardiaco a los 58 años, mientras se encontraba practicando en el dichoso asiento.

Dicho lo cual, también es verdad que entre asumir ciertos riesgos o practicar la alternativa de quedarse en el "dique seco" de por vida, al menos un servidor, sabe perfectamente cual es su elección.