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  501. Jueves, 3 Marzo, 2005

 
Capítulo Quingentésimo primero: "Si Drácula no puede ver su imagen en un espejo, ¿cómo es posible que vaya siempre tan bien peinado?" (Steven Wright, 1955, humorista estadounidense)

Llevamos toda la semana serios, muy serios, que si los "monjes griegos", que si las "cámaras de fotos", que si los "aniversarios" ...

Y para seguir en esta línea del buen gusto, y con el estilo que nos caracteriza, que menos que hablar de gente importante, de la alta nobleza, de grandes estadistas o, mejor, de alguna de esas "mujeres de estado" que fueron capaces de gobernar el mundo.

Cleopatra, a pesar de su mala fama, fue mucho más que una señorita de vida alegre que se benefició a Marco Antonio y a Julio Cesar, de hecho, ha pasado a la historia como una de las feladoras más eficaces que en el mundo han sido.

A pesar de tener ciertas partes de su cuerpo más transitados que Pamplona un siete de julio, gracias a su buena política de "puertas abiertas" en cuanto a gustos sexuales se refería, ella siempre se confesó una obsesiva entusiasta del semen, hasta el punto de que, en una misma noche, consiguió que más de 100 nobles de su corte acabarán intercambiando sus más íntimos fluidos con su saliva.

Con toda la razón "Cleopatra" en griego, se dice "Merichane", nombre que traducido viene a significar algo así "mujer de boca abierta" o "mujer de boca ancha".

O desde que nació ya apuntaba maneras o, desde luego, sus padres estuvieron de lo más acertados a la hora de "bautizar" a la chiquilla.