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  493. Lunes, 21 Febrero, 2005

 
Capítulo Cuadringentésimo nonagésimo tercero: "No hay cristales de más aumento que los ojos del hombre cuando miran a su propia persona" Alexander Pope, 1688-1744, poeta inglés)

He acabado este fin de semana de leer la autobiografía de Edith Piaf (1915-1963), "Ma vie", y tengo la envidia disparada.

Empezó cantando cuando sólo era una niña a la que llamaban môme Piaf (niña gorrión) por las calles de París.

Cuando en enero de 1948 estrenaba en el lujoso cabaret Versailles de Nueva York "La vie en rose", que ella misma había compuesto, ya era una triunfadora.

Tenía entonces 32 años, media 1,53 y pesaba 40 kilos.. seguía siendo un gorrión.

Pero Piaf era de esas privilegiadas personas capaces de desatar la pasión de todos aquellos que la conocían, era una fuerza que no controlaba, que le asombraba y divertía; a Piaf le era tan fácil seducir a los hombres, a todos los hombres, que no tenía que hacer nada, absolutamente nada, para que ellos se derrumbaran a sus pies.

Empezó por pandilleros marginales con los que compartió experiencias, luego artistas y cantantes que le ayudaron en su formación.

Más tarde es ella la que descubre a gente como Ives Montand, Charles Aznavour o Eddine Constantin.

Jugaba a deslumbrar, los conquistaba y los abandonaba; por su vida pasaron boxeadores como Mercel Cerdan, actores como John Garfield, e incluso Marlene Dietrich que le regaló un diamante de un cuarto de kilo por una apasionada noche de amor.

Sin embargo esta vida alocada no hacía feliz a Piaf, con el cuerpo deformado por la morfina cantaba aquello de "no, de nada, no me arrepiento de nada... "

Pero al final de sus días y sin saber como, encontró la felicidad con una relación que sorprendió al mundo, se enamoró locamente de Theo Sarapo, griego y 20 años más joven que ella.

Y él, de ella.

Las malas lenguas dijeron de todo, que era gigoló que se quería aprovechar, que ella necesitaba carne fresca.. pero Edith gritó a quien quiso oírla que Theo era el único hombre que había amado.

A la muerte de Piaf, él intentó sobrevivir pero no pudo, alquiló una habitación y se suicidó al amanecer.

En su mesilla de noche hallaron una tarjeta que decía: "Pour toi Edith, mon amour".

Lo tenía todo, era guapo y rico.. todo menos a la mujer más fascinante de su tiempo.

!Ay..! aunque nos pasemos la vida hablando de sexo, en el fondo todos somos unos sentimentales a cualquier edad.