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  455. Lunes, 20 Diciembre, 2004

 
Capítulo Cuadringentésimo quincuagésimo quinto: "Lo más difícil de la vejez es encontrar a alguien dispuesto a rascarte los pies". (Juan P. 68 años, jubilado)

Es lo que tiene ser muy participativo en esas cenas de navidad que tanto abundan en estas fechas, llegan de los primeros se lían a cantar villancicos, y entre que se les queda la garganta seca del esfuerzo y el machacón mensaje subliminal del ".. beben y beben y vuelven a beber..." que nunca falta, en menos que canta un gallo se han agarrado una "toña" de "padre y muy señor mío".

Por exigencias del guión, claro.

Y luego pasa lo que pasa. Este fin de semana me han faltado dedos, (y eso que tengo en las manos y en los pies), para contar la gente que intentaba "aliviarse" de la "moña" que llevaba, en caza y captura de una esquina libre en la que ejercer ese tan fisiológico y reparador método del vómito.

La culpa, por supuesto no es del que ha bebido, -él no quería-, sino, ¡por supuesto!, de los que mandan, que deberían de cuidar un poco más los mensajes esos que se empeñan en que huyamos de todo tipo de drogas y vivamos de una forma más "natural".

Y es que, a poco que "rascaran", se darían cuenta que la naturaleza no es precisamente el mejor modelo a seguir si quieren que la gente no acabe enganchada a ciertas sustancias, tan poco recomendables ellas.

El jaguar, por ejemplo, adora masticar la corteza de la vid tropical, corteza que contiene potentes alucinógenos.

Los elefantes africanos se vuelven agresivos tras "emborracharse" con los frutos en fermentación de ciertas palmeras, y los lemures se "colocan" con las toxinas que generan los ciempiés para defenderse de los insectos, toxinas que les produce un éxtasis que les vuelve locos.

Y no sirven las disculpas, esas tan socorridas de que son ellos los que tienen el problema, que en su vida no debemos meternos, que pueden hacer lo que quieran ya que no hacen daño a nadie.. pues no.

Sin ir más lejos cada otoño los más de 300.000 alces que viven en Suecia causan un montón de destrozos a cuenta de sus borracheras.

Resulta que como se deben de aburrir bastante, se dedican a comer las manzanas fermentadas caídas en el suelo, por lo que acaban como cubas.

Animalitos, que no saben lo que hacen.. y hablo de los alces, claro.