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  425 Miércoles 3 Noviembre, 2004

 
Capítulo Cuadringentésimo vigésimo quinto: Todas las mujeres esperan al hombre de su vida y entre tanto, se casan. (Pepita R. 37 años, ama de casa.)

Mientras todos miran a los resultados de las elecciones americanas (hartiiiiiito estoy) -si es que acaban de contar-, vamos a ponernos folclóricos para contrarrestar un poco la cultura de allí que nos invade

Ha reclamar nuestras raíces, que para eso nuestros antepasados eran mucho más entretenidos que estos aburridos habitantes U.S.A.

Aunque parezca mentira tal y como están las cosas, no venimos, al menos en cuestiones culturales de los americanos sino de los romanos, en sus comienzos, pequeño poblado de tablas y barro a orillas del río (Romulus), que con el tiempo creó, desarrolló y desparramó por toda la tierra la más formidable cultura.

Y se lo montaron bien desde el principio. Los primeros romanos campesinos adoraron la fertilidad de los campos; cada año por primavera celebraban la fiesta del dios "Liber" (las phalephorías), cuya representación era un tronco toscamente tallado en forma de falo que procesionaban desde el campo a la ciudad. La fiesta acababa con la entronización del falo en el suelo y la danza a su alrededor de las muchachas núbiles en el año.

Como amuleto protector, el falo protegía contra el mal de ojo, atraía la buena suerte sobre las personas, los objetos y la ciudad misma y aseguraba las cosechas.

De aquí deriva el uso de este símbolo en tantas ocasiones, todas ellas, por cierto, buenas: el falo colgado del cuello es el amuleto universal contra el mal de ojo, y con esta misma función se colocaba en el carro de los generales vencedores, y también tallado en piedra a las puertas de la ciudad, a veces acompañado de la inscripción "Hic habitat felicitas" (aquí habita la felicidad), e incluso formando parte de los elementos decorativos del mobiliario.

Tampoco es casualidad que en latín el falo se diga fascinum, de donde deriva el verbo "fascinar" y el adjetivo "fascinante", que literalmente quiere decir "agradable a la vista como un buen cipote tieso".

Si que eran listos ellos, si.