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  398. Miércoles, 22 Septiembre, 2004

 
Capítulo Tricentésimo nonagésimo octavo: "No es justo que, siendo compañeros de trabajo, los abogados llamen a lo suyo "honorarios" y a lo nuestro "botín". (Adolfo F.G., 35 años, presunto estafador confeso y padre de familia casi numerosa)

Hoy es algo así como el "día europeo sin coche", pues muy bien, pero yo, que no sé conducir ni pienso aprender, aprovecho para protestar.

Por mucho que nos quieran vender el transporte público como la gran solución, para los que vivimos en una ciudad dónde hay más atascos que obras, y mira que eso es difícil de conseguir, la cosa está muy complicada.

Sólo en situaciones de urgencia o extrema necesidad -peluche es pobre-, suelo coger un taxi, pero me da a mi que no es la casualidad la que hace que, cada vez que monto en uno, lleve el más moderno modelo de radio, con su RDS y con su compact-disc de última generación, a todo volumen, machacando los tímpanos del pasajero sin piedad desde unos altavoces que siempre están detrás, que ya son ganas de los fabricantes de coches de colocar los megawatios esos justo dónde se van a sentar los clientes.

Tres cuartos de lo mismo pasa con los autobuses, el conductor de la línea 70 que pasa a las ocho, es incondicional de Luis del Olmo, y el de la 9 que suele tener turno de tarde, es adicto a radio-olé y si es con Estopa en sesión continua mejor que mejor. Eso sí, los dos deben de estar sordos en vista del volumen que se gastan.

Ya lo dice mi enemiga, la Tere, la de administración, que si te gusta que te toquen, te rocen, te hagan sudar, sentir otro aliento a tu lado, adoptar nuevas posturas, llegar hasta el fondo empujando y todo ello acompañado por una variada música ambiental, lo mejor es montarse en autobús.