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  404. Jueves, 30 Septiembre, 2004

 
Capítulo Cuadringentésimo cuarto: Los hombres que llevan pendientes en las orejas están mejor preparados para el matrimonio, ya experimentaron con el dolor y compraron joyas. (Vicente P., 42 años, divorciado)

A vueltas con la edad, y aunque solo sea por una mera cuestión práctica, debería de hacer apología de la gerontofília pero ya; Por la cuenta que me tiene.

Y en ese sentido, los elefantes tienen bastante que enseñamos: las jóvenes elefantas son de las pocas hembras que eligen a los machos más viejos de la manada a la hora de copular.

Todo un ejemplo.

Sobre estos animalitos se han inventado muchas leyendas: que van a morir todos al mismo lugar, que viven en manadas al mando de un elefante dominante, que los solitarios se vuelven locos, que siempre caminan por la misma senda...

Todas ellas son falsas. Los elefantes mueren, como todos los animales, donde les llega la muerte; las manadas son de hembras con sus crías, y la que manda en ellas es la abuela; los solitarios son los machos y, si a veces recorren grandes extensiones alocadamente y barritando con fuerza, es al reclamo del olor de las hembras en celo.

Si es cierto lo de su fantástica memoria. No se sabe muy bien si la tienen buena para todo, pero todos los que tratan con elefantes saben que las hembras recuerdan perfectamente su primer amor y suelen volver a elegirlo como pareja cada tres o cuatro años.

Como todos los animales de gran peso y que andan a cuatro patas, la hembra ha de soportar sobre su espalda durante la cópula una gran carga. Ésta es, precisamente, la razón de que hayan desarrollado unas "curiosas conductas de apareamiento"

En primer lugar, los machos tienen una glándula en los ojos que, cuando están dispuestos para la función sexual, es decir, cuando su pene ya está en completa erección, segrega un liquido graso muy visible.

Asimismo, son extremadamente rápidos: su cópula apenas dura algunos segundos, los justos para lanzar el semen con fuerza en el orificio vaginal de la hembra.

Y, por último, y lo más importante, siempre resultan elegidos los que en el pasado fueron capaces de realizar la acrobacia de colocar las patas en la espalda de la hembra, dirigir el pene hacia su orificio y lanzar el semen con fuerza en menos de treinta segundos. Sólo los viejos, los que tienen mucha experiencia o muy buena memoria pueden cumplir con este rito.

Por cierto que luego ellas se lo montan solitas, en cuanto su orificio recibe el semen, la hembra comienza a mover rítmicamente sus músculos perivaginales, que adquieren la forma de un puño, para empujarlo hasta el útero, donde le esperan uno o dos óvulos ya maduros.

Al mismo tiempo, ese puño constriñe rítmicamente su clítoris, durante aproximadamente media hora. Es decir, la hembra se masturba hasta que se produce el orgasmo y, con él, la tranquilidad y el relax.

¡Qué ejemplo para una buena relación sexual nos dan los elefantes! No sólo eligen con cabeza a sus compañeros sino que además la satisfacción no depende de las habilidades del otro, sino del placer que cada uno es capaz de proporcionarse.

Listos que son.. !anda que no!