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  353. Martes, 15 Junio, 2004

 
Capítulo Tricentésimo quincuagésimo tercero: ¿Por qué siempre se queda un trozo del cinturón de seguridad pillado con la puerta del coche?

Hay frases que dichas en determinadas épocas del año, son capaces de, con sólo oírlas, desencadenar los temores más escondidos de una persona.

Escuchar en verano cuando alguien te invita a cenar eso de " no os preocupéis, será una cena ligera y fresquita..." y echarse a temblar es todo uno.

La traducción de "una cena fresquita" siempre viene a ser más o menos la misma, una colección interminable de platos insípidos dónde lo rojo y verde domina cualquier rincón por muy escondido que este esté.

Decía Nestor Lujan que todos los imbéciles que conocía acostumbraban a comer ensaladas. Lógicamente, añadía de inmediato que eso no quería decir que todo el que comiera ensaladas era un imbécil. Pero ahí lo dejaba.

Para rematar la faena, últimamente además de "cena fresquita y ligerita" se está poniendo de moda añadir lo de "divertida", el caso es que yo nunca he visto a nadie reírse por comer una ensalada, más bien provoca algo así como tristeza ver en el plato esa mezcla de lechugas adornadas con comida para pollos.

Debe de ser que mi sentido del humor se va de vacaciones en cuanto nota un poco de calor, pero por más que miro no le encuentro la gracia a las ensaladas tan "ligeras" y tan "fresquitas",

Cosas de la edad probablemente.