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  333. Martes, 18 Mayo, 2004

 
Capítulo Tricentésimo trigésimo tercero: ¿Por qué cuando vas a un hospital, entres por la puerta que entres, la habitación que buscas es siempre la última del pasillo?

Hay algo que echo de menos en la mayoría de bitácoras que leo habitualmente cada día: un poco más de buen humor.

Es como si hubiera un cierto pudor a, aunque solo fuera de vez en cuando, dejar a un lado los artículos serios, formales y responsables a los que nos tienen acostumbrados y que tan bien hacen, para escribir alguna "gamberrada".

Supongo que, como ocurre en cualquier otro tipo de "creación", acabará siendo así cuando se alcance un cierto grado de madurez.

Valga como ejemplo los artículos que se publican en las revistas científicas, generalmente prudentes y rigurosos estudios muy bien valorados por al mayoría, pero que de vez en cuando se descuelgan publicando investigaciones gamberras que ponen la nota de humor a una disciplina tan formal, que llega a ser aburrida.

Hace unos años, unos científicos noruegos, verdaderos especialistas en problemas de riñón, publicaron en la misma revista dónde dan a conocer habitualmente sus progresos, un artículo titulado: "¿Protege el ajo contra los vampiros?"

La idea era comprobar, si la lilácea en cuestión es útil o no para ahuyentar a dichos animalitos, para ello gastaron tiempo y recursos en explorar el supuesto, aunque como no tenían vampiros a mano lo hicieron con sanguijuelas, al fin y al cabo si hay alguien que chupe bien la sangre esa es una sanguijuela.

El estudio consistió en frotar con ajo una mano y dejar limpia la otra, ofreciéndoselas a tres sanguijuelas distintas. Dos de los animalitos optaron por la mano untada con el ajo y en esos casos apenas tardaron 14 segundos en chupar; Por el contrario el bicho que prefirió la mano limpia tardo casi 45 segundos en hacerlo.

Su resultado fue concluyente: "...para prevenir en Noruega un desarrollo como el acontecido en Transilvania, las restricciones sobre el uso del ajo deberían ser consideradas".