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267. Martes, 3 Febrero 2004



Capítulo Ducentésimo sexagésimo séptimo: ¿Por qué todos los papeles de un montón que van después del primero, están, o al revés, o boca abajo?



Pocas cosas han cambiado desde que en el siglo primero antes de Cristo, empezaran a celebrarse las primeras oposiciones para trabajar de funcionarios. Igual que ahora, los exámenes duraban varios días y se presentaban miles de candidatos para unos pocos puestos.



Bueno, alguna diferencia hay, que resulta que en aquella época, durante el tiempo que se estuviera celebrando la oposición, nadie podía, bajo ninguna circunstancia, ni tan siquiera por imperiosas necesidades fisiológicas, salir de la sala.



La solución era simple, la mayoría de los opositores acudían a las maratonianas pruebas equipados con sus correspondientes orinales, que usaban a la vista de los demás aspirantes y, por supuesto de los miembros del tribunal, y según sus necesidades, en mitad de la sala.



Tengo mucha imaginación, pero reconozco que se me hace cuesta arriba pensar como los sufridos opositores podían contestar correctamente cualquier pregunta, por fácil que fuera, respirando el ambiente en la sala después de que varios miles de personas llenaran sus correspondientes orinales una y otra vez.



Debía de ser algo que, inevitablemente, les iba a marcar para el resto de sus vidas y las de sus descendientes.



Quizá venga desde entonces esa manía que tienen en casi todos los sitios públicos, los nunca bien retribuidos por su trabajo, funcionarios por oposición, de mandarte a la mierda a la menor y encima hacerlo con esas cara de estreñido crónico.. les invaden los recuerdos acumulados durante generaciones.



La nostalgia, en algunos casos, es muy mala.