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259. Jueves, 22 enero 2004



Capítulo Ducentésimo quincuagésimo noveno: ¿Cómo puede mantener el equilibrio Piolín con semejante cabeza?



El no ir al gimnasio, al contrario de lo que pueda parecer, también tiene algunos inconvenientes... y a veces fuertes, muy fuertes.



Tenía yo ayer tranquilamente desparramados mis cincuenta y pocos kilos por el sofá en esa hora tonta, esa dónde otros sudan la gota gorda, jugando con el mando a distancia (como debe ser) y veo aparecer a una señorita peliteñida y a su más peliteñida señora madre, de esas que con tal de salir por la tele son capaces de contar, con todo lujo de detalles, como le ha quedado el tampón después de cinco días de menstruación. Con pruebas, naturalmente.



Hasta aquí bien, al fin y al cabo estaba tan agustitoooo ("tachín") que sólo hubiera abierto los dos ojos si en vez de las susodichas féminas, hubieran salido por aquella puerta, el cuerpo de bomberos en tanga, o sin, claro.



La peliteñida hija estaba de morros, su peliteñida madre no quería que le pusieran un piercing y la niña erre que erre.



A partir de ese instante, todo sucede muy rápido, aunque avisan de que absolutamente nada está preparado, aparece entre un espeso humo, una camilla con su camillero incluido a toda velocidad y antes de que la madre se acabe de sacar el moco, ese que tanto le molesta y que lleva intentando pescar desde antes de salir, ya le están agujereando el ombligo, a la hija, no a la del moco.



El público grita enfervorecido y la presentadora azuza a la madre diciéndole eso de que ahora todos lo llevan y de que el agujerito en cuestión no es más que un infinito gesto de amor maternal, por eso se lo hace delante de ella.



Digo yo que si hacerlo delante de alguien es un gesto de amor, menudo corazón debe de tener la chica para hacerlo delante de tanta gente... me ha convencido.. aquella chica ¡nos quiere!



Hay pequeños instantes, veloces ráfagas de pensamiento dónde la locura se apodera de uno hasta tal punto de pensar que estaría mejor en el gimnasio.



Decididamente la televisión acaba desequilibrando a la gente y saca lo peor de lo peor... ¡que estaría mejor en el gimnasio!.. Hoy pido hora para un electroshock de esos.