-   


  

 
257. Martes, 20 enero 2004



Capítulo Ducentésimo quincuagésimo séptimo: ¿Quien fue más rico, Henry Ford por el negocio de los coches o su hermano Roque por los quesos?



Sólo los uso para hacer deporte, lo que quiere decir que no los uso jamás de los jamases, pero la noticia no deja de ser, por lo menos, un abuso
"El Ministerio de Finanzas holandés prohíbe a sus funcionarios emplear calcetines blancos".


El silogismo es evidente, si el "gobierno" prohíbe llevar calcetines blancos, llevar calcetines blancos no puede ser malo, y si no es malo pero a mi no me gustan, el problema no son los calcetines blancos sino yo, que como buen chico salvaje de extrarradio de provincias, nunca podré llegar a apreciar esos detalles en los que uno demuestra la "clase".



La conclusión está clara, necesito hacer un curso acelerado de "moderno", es decir, vestirme como un dependiente de ultramarinos cualquiera, cargado de cruces y medallas, pedrusco tan grande como la mano de anillo, pantalones estrechos para los días laborables y unos con la raya bien hecha de pata de elefante para ir a la misa de una los domingos.



Y que no falte camisa abierta cuatro botones por lo menos, pulsera de oro, de esas que venden por metros y unos mocasines blanco nuclear a juego con los calcetines.



Vale, como no se conducir, no tengo coche y no podré tener el tapizado de leopardo a juego con el perro que siempre dice si y el muñequito de Elvis contoneándose en el retrovisor, "!!gurepaaaaaa!!", pero me compraré un llavero gigantesco de oro, claro, para poner junto al móvil encima de la mesa cada vez que me siente.



¿Alguna idea "textil" más para llevarle la contraria al ministro.