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240. Jueves, 11 diciembre 2003



Capítulo Ducentésimo cuadragésimo: ¿Por qué abras por dónde abras la caja de un medicamento siempre aparece el prospecto incordiando?



El diccionario de la Real Academia define el ombligo como una cicatriz redonda y arrugada que se forma en mitad del vientre.



Seguro que los ombligos de las señoras de los académicos se ajustan estrictamente a este significado, pero los de esos señores con camiseta tres tallas menos que se empeñan en salir enseñándolo justo por encima de los calvin klein, eso de "arrugado" como definición, no se ajusta precisamente a la realidad.



Lo del ombligo como cosa estética no es de ahora, ya en la edad media se cuidaba su forma; a los niños pequeños se les envolvía como una momia mientras se les colocaba una bola de plomo en la cicatriz del cordón umbilical para conseguir un hermoso y profundo ombligo, método que algunas abuelas y madres todavía practican, aunque ahora las bolas sean de algodón o lana en vez de plomo.



Otras historias sobre la función umbilical son más curiosas, por ejemplo los "Unmatjera", una tribu aborigen australiana que pensaban que los llamados "muris" o "gérmenes de los niños" se escondían tras las rocas o los árboles esperando entrar en las mujeres por el ombligo para embarazarlas, sin relacionar realmente el orificio de dar a luz con el de la concepción, vamos que para ellos los hombres no estaban nada más que para dar placer a las mujeres y no para reproducirse, que para eso ya estaba el ombligo.



De todas las formas y viendo los ombligos que adornan ciertos cuerpos, alguien tenía que empezar a pensarse muy seriamente incluir como obligatorio que determinadas personas fueran siempre con el ombligo al aire.



Para eso estamos en la era de la imagen... y la estética ante todo.