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171. Miércoles, 3 Septiembre, 2003



Capítulo Centésimo septuagésimo primero: ¿Tienen rodillas los pingüinos?




Y por un momento, según cruzaba la puerta de la sala de torturas hace apenas unos minutos, me he hundido. Pero no pasa nada, reacción, concentración, pensamientos positivos, hay que resurgir de las cenizas para festejar la nueva temporada de venir a trabajar. Mentalización, la vida es aquí y ahora. ¡Alegría, alegría, que hoy es otro día!




Me aconseja mi psicólogo de cabecera, al que siempre hago caso que para eso, además de haber acabado la carrera, lee las cartas del tarot en un 806, que lo mejor que puedo hacer para abandonar la idea de que las vacaciones son lo más cercano a ese paraíso, del que nos largaron por la glotonería de una mujer, es hacer una lista de los inconvenientes, que "haberlos, haylos" de estos días. Me pongo manos a la obra:




Otitis, conjuntivitis, niños sueltos, sinusitis, las paellas con sabor a plástico, el pie de atleta, la "Pantoja", los golpes de calor, las canciones de la "once", el ruido de los abanicos, el aire acondicionado del Carrefour, las mujeres en "top-les", las humedades, las alergias, el gazpacho, "Cachulín", las deshidrataciones, los insomnios, los helados con sabor a kiwi, los ruidos, la arena que se mete en el culo y no sale en seis meses, las picaduras de avispas, de abejas, de medusas, de arañas, las intoxicaciones por huevos, por leche, por agua, por mejillones, por pasteles..




Podía seguir pero la verdad es que no cuela, necesito más vacaciones aunque fuera con ración doble de todos sus inconvenientes; Bueno quizá con todos, con todos, no. Lo de las mujeres en "top-les" sería cuestión de negociarlo, que uno puede tener su puntito "masoca", como todo hijo de vecino, pero a pesar de todo, sigue siendo una persona normal.