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152. Lunes, 21 Julio, 2003



Capítulo Centésimo quincuagésimo segundo: ¿Por qué solo notas que te huelen los pies cuando el vendedor te está probando el zapato?



A partir de cierta edad, de cierta "difícil" edad, hay tres mandamientos que en todas las parejas "gayses-como-dios-manda" se suele cumplir religiosamente, a saber: aspirarás a un ático de entre todos los pisos, te apasionará Lisboa sobre todas las ciudades y amarás a tu perro como a ti mismo.



Al fin y al cabo tampoco hay mucha diferencia en la convivencia con tu perro y la convivencia con tu pareja, basta con pensar un poco para darse cuenta de la cantidad de similitudes que existen; Tantas qué, si dejamos a un lado el tema sexual, (más que nada para no entrar en detalles escabrosos), es difícil diferenciar una de otra.



Ambas se basan en idéntico compromiso, el de estar juntos, y en ambas acaba ocurriendo lo mismo, si al perro no le prestas la atención adecuada termina quejándose, pone cara de lástima y llora, la pareja igual.



Y que decir de lo de sacarlos a pasear, el perro siempre va a pensar que no lo sacas lo suficiente, la pareja también y, vale, es verdad, ella no va a ir meando árboles o ruedas de coches, pero, aunque sea en sitio distinto, tanto con el perro como con la pareja uno se tiene que acostumbrar a ver como descargan sus líquidos -y no tan líquidos- corporales varias veces al día.



¡Ups, acabo de encontrar una diferencia!, el perro en cuanto sale a la calle va corriendo a olerle el culo a otros perros sin importarle lo más mínimo que tu estés delante.



Y solo, cuando tiras de la correa y dejas claro quien es el que manda, intenta reprimir sus instintos.



En eso la pareja acostumbra a ser más discreta, no en lo de salir corriendo a olerle el culo a otras parejas, que el instinto es el instinto, sino en qué, al contrario que el perro, suele importarle que estés delante.



Y solo, cuando tiras de la correa y dejas claro quien es el que manda, intenta reprimir sus impulsos.