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145. Miércoles, 25 Junio, 2003



Capítulo Centésimo cuadragésimo quinto: ¿Por qué siempre es inalcanzable el último hielo que flota en la bebida?



Sé que voy a soltar un mitin desde una posición privilegiada, sé que cualquier aproximación a una realidad compleja es difícil, y sobre todo, sé que mis gustos sexuales no son sino una parte más, como mi pelo corto, mi adicción a los helados de limón ácidos, o mi manía de no llevar calzoncillos salvo en bodas, banquetes y comuniones.



Pero esta semana estoy en plan reivindicativo, que difícilmente podremos hablar de "conquistas de libertad" mientras tengamos que seguir hablando de "orgullo". Solo el día que "lo gay" deje de ser "lo diferente" para formar parte de "lo normal", habremos avanzado de verdad.



Son muchos los que, por desconocimiento o por un sentido de la igualdad que solo ellos pueden entender, emiten juicios de valor sobre el mundo gay con una ligereza y arrogancia propias de la más absoluta ignorancia.



Me parece muy bien la imagen petarda de circo a la que nos tiene acostumbrada la televisión, pero no es la única, ni tan siquiera la mayoritaria. Hay que acabar con qué la única referencia que se haga de nosotros sea a través de tópicos y hacer entender a los demás que "lo normal" , no reside es que nos ajustemos a unas conductas fijadas, sean las que sean, sino a que nos expresemos según nos venga en gana. Las palabras con las que se forjan las libertades son respeto y naturalidad.



La mayoría de nosotros no vivimos al límite, no somos promiscuos, o al menos no más que los heteros (que las señoritas putas no viven del aire y hay unas cuantas), no somos millonarios, ni hacemos del cuarto oscuro nuestra habitación. Eso no lo determina una orientación concreta, sino los principios de la persona y su elección personal.



Tengo 33 años, llevo 17 con mi compañero, y jamás me he sentido discriminado por mi opción sexual. Sería muy cobarde por mi parte no decirles a todos los que de vez en cuando pierden la esperanza, que se puede conseguir montar una vida con todas las ventajas y los inconvenientes del resto de las personas, una vida como todas las demás y de la que sentirse satisfecho y hasta orgulloso.



Tampoco creo que tenga que presumir por ser gay, ni gritarlo a los cuatro vientos, simplemente lo soy, pero también comprendo que quedan muchas cosas por hacer y me parecería egoísta no echar una mano, aunque solo sea dando ánimos y provocando esperanza para que pueda seguir adelante toda esa gente que no lo tiene tan fácil ni tan claro. Todavía queda mucho camino por recorrer, en eso estamos.