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140. Miércoles, 18 Junio, 2003



Capítulo Centésimo cuadragésimo: ¿Por qué la hamburguesa de la foto nunca es igual que la que luego te sirven?



Al hilo de los comentarios de ayer sobre costumbres ajenas hoy voy a ser politicamente incorrecto, que para eso solo me quedan nueve días laborables -contando hoy- antes de mi primer trozo de vacaciones. Pero tampoco mucho, lo de ser politicamente incorrecto digo, que al final me parece que he encontrado, gracias a un artículo de esos suplementos que te regalan con el periódico, la solución perfecta a mis protestas.



Resulta que en casi todos los sitios donde se sirven comidas en plan más o menos amplio tipo escuelas, aviones, cárceles, cuarteles y similares, hay menús especiales según la religión que uno práctica. Para los que tienen una religión apañada aparecen los privilegios de poder elegir o rechazar, para el resto de los mortales no.



En este mundo occidental donde la mayoría de agnósticos, ateos y cristianos venidos a menos comemos lo que nos echen, hay unos grupos de privilegiados en cuanto a comida se refiere, aunque no solo en eso, a los que les tienen que servir ciertos platos según unas rígidas normas que estipulan que debe de ser tal animal, que no debe de ser tal otro e incluso que el susodicho correspondiente tenga que mirar a un determinado sitio cuando pase por la agonía de su sacrificio.



Pero decía que ya he encontrado la solución para que todos estemos contentos. Y es simple, basta abrazar una nueva fe apuntándose a la "Church of the New Song", más o menos la "Iglesia del Nuevo Cantar", fundada en los años setenta por un grupo de presos en Atlanta y que en pocos meses consiguió decenas de adeptos especialmente entre los reclusos.



Estos, hartos de ver como otros compañeros de celda adscritos a religiones "alimentariamente" inflexibles evitaban el rancho diario obteniendo platos especiales, crearon una religión (aceptada y reconocida poco después por la iglesia cristiana, -que esto va de legal-), con normas relajadas en cuanto a cultos pero muy estrictas en lo tocante a reglas alimenticias.



Este es el dato fundamental que pusieron en conocimiento de los directores de prisión correspondientes para que, en aras de la libertad de culto y el respeto a las creencias de cada cual, se elaboraran los alimentos según la fe de cada uno, que por cierto se corresponden con los gustos personales.



Está claro que la igualdad hay que llevarla a su terreno más práctico y debe de ser para todos, hay que acabar con la discriminación de los que, por culpa de una mala elección religiosa, no podemos tener ciertos derechos a los que los demás acceden con todas las bendiciones habidas y por haber.



Por cierto, ¿alguien sabe si alguna religión de esas apañaditas, prohíbe trabajar? si hay alguna que me apunten ya.