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  121. Jueves, 22 mayo, 2003



Capítulo Centésimo vigésimo primero: Si los pieles rojas tienen “reservas”... ¿por qué no viajan?



Me acabo de poner nostálgico, la culpa es del olor a churros que me está llegando y que ha hecho que me acuerde de un viaje por Extremadura donde probé el lagarto en salsa. Solo de pensarlo se me está haciendo la boca agua, ¡si hasta conservo la receta!




Lagarto en salsa (Campanario)


Para 1 kg de lagarto: Se limpia bien, se trocea y se ponen en un poco de agua. Se pican tres o cuatro dientes de ajo y un poco de sal. Se cuece hasta consumir el agua. Se aparta. En una sartén se pone un poco de aceite de oliva (tres o cuatro cucharadas), se añaden los lagartos cuando esté el aceite hirviendo. Se fríen ocho o diez minutos. Después, en un mortero ocho o diez dientes de ajo y un poco de miga de pan y se machaca bien. Se añaden dos cucharadas de vinagre y se llena el mortero de agua. Se echa a la sartén y se deja cocer ocho o diez minutos

(Cofradía Extremeña de Gastronomía. Recetario de Cocina Extremeña
).


Creo que voy a escribir a los que mandan en Extremadura para que publiciten como dios manda el lagarto, ese gran desconocido, y hasta les puedo pasar alguna idea. Que copien por ejemplo la que se le ocurrió a Luis XVI para que la gente comiera patatas.


Resulta que los campesinos franceses, como franceses que eran, pensaban que las patatas eran venenosas, ni corto ni perezoso el tal Luis XVI hizo que sembraran un campo de ellas y puso soldados alrededor. Los campesinos franceses, como franceses que eran, se preguntaban intrigadísimos cuál sería ese cultivo tan valioso. Cuando la cosecha estaba lista el rey retiró la guardia y al cabo de poco tiempo todas las patatas habían sido robadas.


Estaba yo pensando que el lagarto en salsa con patatas... “nouvel cuisine” de calidad superior.