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  094. Miércoles, 9 Abril, 2003

Capítulo Nonagésimo cuarto: ¿Si frotas una cartera hecha con piel de pene de elefante se convertirá en un maletín?

Hay quien dice que a los siete, otros que a los cuatro, sea como fuere, el caso es qué, esa tormenta bioquímica a la que le han colocado el nombre de “amor”, suele tener fecha de caducidad.

Uno como es de ciencias, tiende a creerse cualquier definición minimamente razonable y coherente que intente explicar eso del “amor” visto como una simple y pura reacción química que tiene a la feniletilamina como única responsable: dosis extra de vasopresina en los hombres, dosis extra de oxitocina en las mujeres, se agita bien y amor al canto.

Además esto explicaría lo del desenamoramiento a los cuatro, a los siete a los que sean; Si todo no es más que pura reacción química de una droga, el mecanismo sería el de todas ellas, es decir, qué para conseguir el mismo efecto, la dosis debe de ir aumentando. Y este es el problema, si los productores no saben como hacerlo y el propietario no hace nada para mantenerlos activos, el resultado será el final de la adicción, algo tan poco romántico como cambiar la feniletilamina por la endorfina. Ahí queda eso.

Claro que casos que se empeñen en llevarle la contraria a los premios nobel podemos encontrar a patadas, sin ir más lejos yo conozco a uno que sigue con la feniletilamina a toda máquina desde hace diecisiete años, y lo que es peor, no piensa dejar de producirla nunca. Te quiero.