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  032. Lunes, 13 enero, 2003

Capítulo trigésimo segundo: ¿porqué para limpiar una cosa es necesario manchar otra pero se puede ensuciar todo sin manchar nada?

Hace tiempo me regalaron una pecera y ayer encontré por primera vez bebes peces. Resulta que toda la vida había creído que lo de la semillita en los peces era más al estilo de las gallinas con los huevos y eso, y resulta que he tenido que llegar a una edad tan difícil como la que tengo para enterarme que también son capaces de parir, o por lo menos tener simulacros.

Me explica un amigo de esos que se dedican a explicar, que hay marcas de peces que tienen los huevos dentro y que cuando dejan libres a las crías estas nacen directamente de la “peza”, pero ya formadas y eso. Así será, pero tengo la impresión de que se empiezan a tambalear esas verdades absolutas que uno aprendió en la escuela como sólidas y eternas, amen de quedar como un tonto cuando, después de ver a las crías recién “paridas” uno alardeaba de tener en su propia casa un fenómeno de esos dignos de un expediente X cuando en realidad no era más que una cosa completamente normal.. que atrevida es la ignorancia.

Si lo de que el pez grande se come al chico sigue siendo verdad, que ya empiezo a dudarlo, supongo que los demás peces tendrán sus navidades gastronómicas aunque sea con retraso, cosa a la que por supuesto tienen derecho, aunque bien pensado si ese refrán es verdad, los peces se hubieran acabado, o por lo menos solo debería de existir el más grande, claro que esa es la norma y no siempre está obligada a cumplirse porqué toda norma tiene sus excepciones y tal y como está todo organizado, el mundo funciona precisamente por las excepciones.

Creo que me he vuelto a liar.